Invitame a mezclarnos.

Hemos dicho tanto que ya los ojos se expresan por si solos, porque para eso vida mía, no son necesarias más palabras que las que dos miradas indiscretas suelen delatarse por inhercia... Ya lo vi, he observado en tus ojos aquella inquietud a mezclarnos, vi el mundo temblar al ritmo de tus labios, de ese beso que no quieres pero a la vez deseas darme, sentí el mundo arder bajo la calidez de tus llamas, de las mías que encienden nuestra piel al tocarse y de tus ojos vi... Como de las cenizas renacemos para volvernos a ver.

¿Qué somos?

Tengo miedo de perderme en otros ojos, me da miedo viajar por otra mente, comprender otros ideales, me aterra la idea de compartir mis sueños con alguien más. Perder tu esencia debilita mi ser y soy yo cuando te lloro, cuando recuerdo todos los momentos que atesoré, tu sonrisa, la mía reaccionando por inercia ante ella, qué dignidad poder vivirlo, vivo de la intriga de saber ¿Qué somos?, dos cuerpos en vida queriendo morir juntos, somos esas dos lágrimas que se confunden entre la lluvia, esa que cae de mis ojos y me dice que tengo que seguir. Seguir mis senderos, sin cruzarme por los tuyos, sin recorrerlos… sin recorrerte. Somos la vida que no he vuelto a ver, somos la vida que no volveré a vivir.

Somos la esencia de querer vivir, de querer cantar, eres la vida que se llevará por siempre, un pedacito de mí, somos esa cooperación voluntaria para ser juntos, somos una y mil tragedias, eso somos, y seremos siempre, pues mis lágrimas serán para ti y entre la nostalgia sé, que me sigues llorando tanto como yo a ti, somos esa esperanza de que volveremos a amar, no igual, así como tu recuerdo, que ya no duele como antes, pero sigue tangente, así seremos de por vida y entre cada intento de suicidio me pregunto ¿Y si, volvemos a amar?.